miércoles, 1 de abril de 2009

··· Regreso a Bluefields___Sábado 28 marzo 2009

Y qué bueno despertar. Con aire fresco me levanto, me voy al baño y Carla aun está durmiendo así que ordeno un cafecito de goodmorning.

Un amanecer brutal y necesito mi reflex, subo a a buscar y sin querer despierto a Carla. Ronroneo y desayuno de esos consistentes. Y allí quedamos, con vistas a Santo Domingo, al volcán y al precioso jardín de la finca, una escribiendo la otra leyendo Rubén Darío.
Estábamos pensando en el duro viaje en bus que nos esperaba de vuelta cuando llega un grupo de locales y les pedimos raid. Nos dicen que en una hora van a salir, que pasaran por donde están hospedados y que van a Moyopgalpa, perfecto!

Subimos a hacernos la mochila cancelamos y nos quedamos tranquilamente disfrutando del lugar y esperando la furgoneta. Miren las fotografías por favor. Y alehop! Nos montamos en la tina de la furgoneta, parada en la playa de Santo Domingo, a puntito están debajarnos las mochilas pero llegamos a tiempo y directos a Moyogalpa a subirnos al ferri. Esta vez es un ferri, un barci igual de lento pero más grande, con aire acondicionado y hasta película en el trayecto.

En San Jorge ya ondean las banderas rojinegras esperando a Daniel Ortega, va a dar un meeting en la ciudad celebrando los 30 años de la revolución sandinista. El calor y el peso de las mochilas nos dicen que no esperemos al eminente y agarramos un taxi a Rivas. Allí almorzamos en un comdercito y nos montamos al bus para Managua, un bus como los de España, el mejor de todos los que me he montado, y de calle. Y es que aquí todos los buses interurbanos son los típicos amarillos escolares de los Simpson.

Llegada a la capital, taxi del Huembes a un supermercado donde compramos oh gloria un barra de pan tipo baguette, algo de sucedáneo de embutido y unas cervecitas. Cual mochileras nos tiramos en la puerta del super con nuestra cena y haciendo malabares.

Y se acerca Esperansa atraía por las bolas. Esperansa es una niña de 5 años, de mirada tierna y de rostro infinitamente bello. Esperansa va con su hermana de 7 vendiendo tortillas y queso y aguacates verdes. Le pregunto si va al colegio, me dice que sí. Le pregunto si vive cerca, me dive que sí. Me pide dinero, le digo que no. Me dice que le compre algo, le digo que no que gracias. Me dice que no pueden regresar a casa hasta que tengan 100 pesos y sólo han hecho 55. Le compro algo que seguro no voy a comer. Le pregunto si su mama está en la casa, me dice que sí. Le digo si es que tiene hermanitos pequeños, me dice que no. Y me quedo sin mas preguntas enojada con esas madres que mandan a sus hijos a vender mientras ellas se quedan en la casa.

Son las 8, el bus sale a las 9. No tenemos boleto y ya vamos tarde. Agarramos un taxi, llegamos a mi ya conocida terminal en el Montenegro. Sólo queda un boleto, nos vende dos. Dice que si llega todo el mundo nos van a dar una silla en el pasillo. Me siento en mi asiento, Carla e sienta en el de al otro lado del pasillo y miraculosamente ese es el único de todo el bus que no recibe a su propietario. Viaje incómodo, con vecinos gordos las dos. Llegamos a las 3:30 a Rama, a las 4 llega la mujer de los boletos, a las 5:30 bajamos al muelle pero la niebla retrasa el zarpe. Viaje en panga como todos, llegamos a Bluefields a las 8 de la mañana y este es otro cuento.


No hay comentarios: