Nos levantamos temprano, gallo pinto para desayunar y cogemos un taxi. Me dejan al mercado Iván Montenegro para coger el bus para Rama y la dra se dirige al aeropuerto para volvserse por aire. Primera vez que ando sola por tierras nicaragüenses, y como era de esperar, algo pasa. Llego a la terminal y no hay nadie, tan sólo un conductor que lava un bus como el que me trajo con letrero de Wendelyn, me siento, veo un cartel de horarios y algo no cuadra, me dirigo al señor panzudo y le pregunto :”¿Este bus es para Rama? Así es ¿Y sale a las 9 sí? Sí, las 9 de la noche. Ajá…Pero no hay ninguno que salga ahora por la mañana? En el Mayoreo sí señorita. Pero a mi me vendieron el boleto para las 9. A ver? Así es, es para hoy por la noche; nosotros sólo salimos a las 9 y a las 4 de la noche. Y unos niervecilos que me entran por el ombligo, no pasa nada, llamamos a la doctora. En poco más de media hora se soluciona todo, el mismo taxista que aun está trayendo a la doctora pasará a buscarme y me puedo quedar en casa de Tania todo el día.
No les negaré que viéndome allí blanquita sola no tuve un poco de nervios, pero la experiencia me aprendió y sólo fue un pequeño susto. A muy malas me tendría que haber quedado en el mercado 12 horas, entre gentes que mi miran pensando dióssabequé.
Y vaya con el taxista…resulto ser un fuerte arraigado a la iglesia evangélica, que con el pretexto que imaginó que yo decía “gloria a diós” me soltó una gran historia. Una historia de antiguo testamento, de satanás que viene en forma de hombre y que dará 3 años y medio de propesperidad y 3 años y medio de desgracias, acabando todo en el fin del mundo. Y decía el señor, que llegados a este punto, lo únio que le queda al ser humano es la redención. Y que ya llega que ya se ven los indicios de hace tiempo, que queda muy poco para tal catastrófe. Y yo que digo que sí, quedándome plasmada. Y él que me dice que lea la Biblia y que reflexione sobre lo que me ha dicho. Lo haré, no se preocupe, y gracias por el interesante trayecto. Por cierto, no se les ocurra preguntar qué diferencias hay entre la iglesia católica y la evangélica, se alteró un poco…
Así que de vuelta en la morada de Víctor y Tania, mañana de “Cometas en el cielo” y tengo que escribir en mi libreta personal. Me corroe, mi hierve y me duele. Es duro ver la pobreza desde la pobreza. Es duro ver las injusticias desde un país corrompido por el poder. Es duro darse uno cuenta que joder, que estamos muy y muy bien en España, y aun así. No se lo recomiendo y sí.
Comemos, platicamos, aprendo que maní es cachuete, que chiltoma es pimiento, que bebí agua de la llave y no tengo diarrea, re y reaprendo el “es correcto”, y intercambiamos con la pareja conocimientos y opiniones estables. Qué bueno y qué bonito y qué enriquecedor. Me dice Tania: “es que ven que una viene de un país del tercer mundo y ya se piensan que es un quiensabe qué”. Tania es ingeniera en informática, y tuvo un alto puesto directivo que dejó a cambio de paz; Víctor es arquitecto, trabajando en la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería). Han viajado por toda Europa, han estudiado en parte de ella, pero tienen la piel morena, los ojos negros y nacieron en Nicaragua, por ello cuando viajan les piden mil papeles y hasta los apartan en cuartos separados para interrogarlos ¿Cómo se sentirían ustedes?
Y así pasó la tarde, entre películas, risas con los niños, internetes e intercambios sociales. Cenamos, me dieron un jugo y un sándwich de manteca de maní para el viaje, Victor y Víctor jr me llevaron en coche a la terminal, Víctor se ofreció para que en su universidad nos pasasen los planos en papel a Autocad (gran altruista ayuda), se esperaron a que entrase al bus, y ahí estaba, de vuelta a Bluefields, a casa sí.
En el bus, un hombre cuyo culo hacía dos como el mío (que ya es decir) al lado. Yo, haciendo mantequilla que dicen aquí, empotrada contra la ventana y con dolor de cachas. El bus que más que bus parecía una discoteca, la música petando en los parlantes y obviamente fue poco lo que dormí, aprovechando cada parada para estirar las piernas y recomponer la cadera.
Son las 2:30 de la noche cuando llegamos a Rama, es oscuro, hay pocas luces, sólo un cobertizo con bancos mal iluminado. Allí me siento al lado de una monjita, se hace una cola para entrar en la caseta, pregunto y la monjita me dice que es para marcar el boleto y que si no hago cola me quedaré sin panga. Así que Judit se pasa tontamente 2 horas de pie haciendo cola hasta que a las 4:30 empiezan a marcar boletos. Panga numero 3. Ahora toca pasar al cobertizo del muelle, pagando 5C$ de entrada, un lugar con más bancos y menos luces (sólo anda un fluoresecente), las gentes se tumban para dormir un poco, maletas, cajas, bultos, oscuridad y malos olores . Pasa el tiempo, a las 5:30 me bajo al muelle a esperar que llamen a mi panga. Los de la panga 1 se dilatan, todo se dilata, las pangas de Wendelyn son bastante precarias. Jipe es la otra compañía, con la que viajamos la primera vez, definitivamente con mejores pangas (cubiertas) y mejores salvavidas. Amanece cielo nublado y feo, amenaza lluvia. Me hacen poner a un lado de la panga, me duermo nosécomo, me despierto, lluvia, hechen el plástico! De adelante a atrás tiran un plástico transparente que hay que agarrar en sus extremos, me tocó. Y el plástico “plas plas plas!” que da fuertemente en la cabeza, “esto es terapia!” que decía la tía de Tania. Mejor tomárselo a broma, sí? Jejeje! Cesa la lluvia, recogemos el plástico. El panguero grita: “Viene lluvia!” Y plástico otra vez. Uix! Pero esto ya es parte del domingo, si?
No les negaré que viéndome allí blanquita sola no tuve un poco de nervios, pero la experiencia me aprendió y sólo fue un pequeño susto. A muy malas me tendría que haber quedado en el mercado 12 horas, entre gentes que mi miran pensando dióssabequé.
Y vaya con el taxista…resulto ser un fuerte arraigado a la iglesia evangélica, que con el pretexto que imaginó que yo decía “gloria a diós” me soltó una gran historia. Una historia de antiguo testamento, de satanás que viene en forma de hombre y que dará 3 años y medio de propesperidad y 3 años y medio de desgracias, acabando todo en el fin del mundo. Y decía el señor, que llegados a este punto, lo únio que le queda al ser humano es la redención. Y que ya llega que ya se ven los indicios de hace tiempo, que queda muy poco para tal catastrófe. Y yo que digo que sí, quedándome plasmada. Y él que me dice que lea la Biblia y que reflexione sobre lo que me ha dicho. Lo haré, no se preocupe, y gracias por el interesante trayecto. Por cierto, no se les ocurra preguntar qué diferencias hay entre la iglesia católica y la evangélica, se alteró un poco…
Así que de vuelta en la morada de Víctor y Tania, mañana de “Cometas en el cielo” y tengo que escribir en mi libreta personal. Me corroe, mi hierve y me duele. Es duro ver la pobreza desde la pobreza. Es duro ver las injusticias desde un país corrompido por el poder. Es duro darse uno cuenta que joder, que estamos muy y muy bien en España, y aun así. No se lo recomiendo y sí.
Comemos, platicamos, aprendo que maní es cachuete, que chiltoma es pimiento, que bebí agua de la llave y no tengo diarrea, re y reaprendo el “es correcto”, y intercambiamos con la pareja conocimientos y opiniones estables. Qué bueno y qué bonito y qué enriquecedor. Me dice Tania: “es que ven que una viene de un país del tercer mundo y ya se piensan que es un quiensabe qué”. Tania es ingeniera en informática, y tuvo un alto puesto directivo que dejó a cambio de paz; Víctor es arquitecto, trabajando en la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería). Han viajado por toda Europa, han estudiado en parte de ella, pero tienen la piel morena, los ojos negros y nacieron en Nicaragua, por ello cuando viajan les piden mil papeles y hasta los apartan en cuartos separados para interrogarlos ¿Cómo se sentirían ustedes?
Y así pasó la tarde, entre películas, risas con los niños, internetes e intercambios sociales. Cenamos, me dieron un jugo y un sándwich de manteca de maní para el viaje, Victor y Víctor jr me llevaron en coche a la terminal, Víctor se ofreció para que en su universidad nos pasasen los planos en papel a Autocad (gran altruista ayuda), se esperaron a que entrase al bus, y ahí estaba, de vuelta a Bluefields, a casa sí.
En el bus, un hombre cuyo culo hacía dos como el mío (que ya es decir) al lado. Yo, haciendo mantequilla que dicen aquí, empotrada contra la ventana y con dolor de cachas. El bus que más que bus parecía una discoteca, la música petando en los parlantes y obviamente fue poco lo que dormí, aprovechando cada parada para estirar las piernas y recomponer la cadera.
Son las 2:30 de la noche cuando llegamos a Rama, es oscuro, hay pocas luces, sólo un cobertizo con bancos mal iluminado. Allí me siento al lado de una monjita, se hace una cola para entrar en la caseta, pregunto y la monjita me dice que es para marcar el boleto y que si no hago cola me quedaré sin panga. Así que Judit se pasa tontamente 2 horas de pie haciendo cola hasta que a las 4:30 empiezan a marcar boletos. Panga numero 3. Ahora toca pasar al cobertizo del muelle, pagando 5C$ de entrada, un lugar con más bancos y menos luces (sólo anda un fluoresecente), las gentes se tumban para dormir un poco, maletas, cajas, bultos, oscuridad y malos olores . Pasa el tiempo, a las 5:30 me bajo al muelle a esperar que llamen a mi panga. Los de la panga 1 se dilatan, todo se dilata, las pangas de Wendelyn son bastante precarias. Jipe es la otra compañía, con la que viajamos la primera vez, definitivamente con mejores pangas (cubiertas) y mejores salvavidas. Amanece cielo nublado y feo, amenaza lluvia. Me hacen poner a un lado de la panga, me duermo nosécomo, me despierto, lluvia, hechen el plástico! De adelante a atrás tiran un plástico transparente que hay que agarrar en sus extremos, me tocó. Y el plástico “plas plas plas!” que da fuertemente en la cabeza, “esto es terapia!” que decía la tía de Tania. Mejor tomárselo a broma, sí? Jejeje! Cesa la lluvia, recogemos el plástico. El panguero grita: “Viene lluvia!” Y plástico otra vez. Uix! Pero esto ya es parte del domingo, si?
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