Hoy fue, sin lugar a dudas, el peor despertar de mi vida. Si no me creen vayan al álbum de picasa y miren semejante araña tarántulica que se encontraba de unos centímetros de mis ojos cuando los abrí. Imagínense semejante bote que pegué. Que la jodan la puta araña, chinelazo y se retuerce en la muerte la jodida.
Pasado ya el susto pero con el recuerdo espeluznante en mi cabeza me ducho y me desinfecto y me visto y visito a la Susy que me tenía un nacatamal para el desayuno. Se marcha toda la semana a las comunidades y doña Sara y su hija se quedarán en el cuarto.
Pero se marcha la luz, y mi nacatamal se queda a medio descongelar, ni modo me lo voy a comer enfriado. Cafecito y nacatamal mientras la Susy hace su maleta, es de las mías, hasta el último minuto. Y con el gracias y el buenviaje me regalan un beso que me agarra en el desconcierto y en la sorpresa de algo que pensé momentáneo.
Y a trabajar. Son tantas cosas las que tengo en la cabeza, demasiados frentes abiertos y ninguno que se pueda cerrar porque no están en mi dependencia. Como diríamos en la gerencia. Yo ya pasé la pelota, ahora está en tejado ajeno. Pero esta incapacidad de hacer nada me pone de los nervios.
No dormí muy bien esta noche, como la mayoría de las noches. Después del almuerzo me confiesa la Dra López que soñó conmigo. Y saben qué soño? Nada más ni nada menos que nos estábamos bañando y que yo la estaba intentando ahogar. Me pongo a reír, más por todo lo que hay detrás que por el comentario que hizo la Dra Castro. Le digo que no mujer, que yo nunca haría eso que si acaso la salvaría. Y me voy a dormir la siesta.
Pero hoy el vaso de la paciencia derramó la gota que botó el agua. Bueno, hay reconciliaciones a tiempo. Vamos pues caminando desde el hospital a casa la Leti, de hecho no queda tan lejos.
Por primera vez veo el patio de atrás de la casa, quien dice patio dice un buen pedazo de montaña. Elia está allí pensativa sentada en el balcón con la mirada perdida, con razón. La historia es la que sigue. Una vecina de Elia fue a denunciar a otra vecina suya. La primera vecina puso como testigo a Elia, pero Elia no estaba presente. Para no tener que ir a testificar, Elia le dice a la Leti si le puede hacer una carta conforme está trabajando en la casa cuidando de una señora anciana que no puede valerse por si misma. Leti la redacta y Elia se lo trae a firmar después de haberle explicado la problemática. Pero se dan cuenta que no firma con su firma. Al día siguiente la vieja les dice que se arrepintió y que le traiga la carta, que la rompa y que la queme. Leti andaba preocupada, dice que la vieja es el diablo y que irá a su familia hablando verga y diciendo que le han hecho firmar una cosa rara, yo le digo que no mujer que se tranquilice. Pero ay mamita, al día siguiente me dice Leti que escuchó a la vieja hablar por teléfono y decir que le habían hecho firmar un papel que no sabía de qué se trataba. Están en un buen lío.
Llega el terremoto, me espía de detrás de la puerta del cuarto con su sonrisa pícara y de un solo se me echa encima al trote. ¿Saben qué dijo hoy? Dijo que él tenía un papa y dos mamitas. Quienes, le preguntamos. Tu y tu. Sí, eso dijo, sí. Me va hacer falta el monstruito.
Y ya que Leti me dejó sin ir a correr al estadio, me regreso andando. No es muy tarde, son las 8. Pero igual da un poco de respeto al menos hasta que no llego en terreno dominado. Me encierro en mi cuarto. Normalmente dejaría la puerta abierta, pero ay no tengo ganas que ningún hombre con cola entre a molestarme.
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