Hoy, de hecho, habría muchas cosas que contar.
Tantas y tantas
Y todas vacías. Aunque de hecho no, pues son interesantes.
Pero hoy guardaré mis relatos en mi libro binario para
solamente
rendir homenaje y luto al mAESTRO.
Me acuerdo de su chau número tres
que me fué entregado por un príncipe que dejó huella en mi
vida
en mi persona
en mi alma y mi entendimiento.
Él sabía muchas cosas y
y yo
yo era solamente una niña que salía al universo. Por boca de otro me dijo así:
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
Me envió estos párrafos sin autor, yo los imprimí y los tuve en mi cuarto colgados hasta el día de hoy. Eran versos anónimos que para mí solamente llevaban el sello de ese príncipe aratosazul. Más tarde, el destino o las corrientes de la vida me llevaron a encontrarme con líneas de Benedetti, fascinándome y maravillándome cuando entre sus versos que me apasionaban encontré esas líneas que me habían sido regaladas.
Y de la mano de sus libros y sus versos yo fuí creciendo y escribiendo y robando a escondidas señas de su misma seña. Creando algun (in)estilo indefinido que a tapices se asomaban aromas del maestro y por favor, siempre humildemente.
La noche del domingo 16 de mayo del 2009 moría Mario Bendetti. Dá igual dónde, dá igual a qué edad. No creo que él estuviese anclado a los parámetros de la edad y muchos menos limitado por las fronteras de este jodidamente politizado locomundo. Lo que importa es que esa noche el mundo perdió alguien valioso e importante que nos dejó un legado que se debiera conservar y despertar conciencias.
No porque murió, sino porque vivió. Hasta siempre Mario Benedetti.
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