Queríamos levantarnos temprano para llegar a los pipitos e ir al Bluff a bañarnos un rato, pero amanece nublado y lloviendo y nos lo tomamos con calma. Carla se encuentra a Leti en el cafetín, se ve que el niño está enfermo y lo trajo al hospital, le han dado 3 días de cuidado materno.
Camino a los pipitos, están en Dinamarca una escuela en el beholding. Taxi hasta allí y nos adentramos en la escuela el recinto donado por los japoneses queda al fondo de la escuela, todos los niños se nos quedan mirando. Nos adentramos y preguntamos por Zoyla que sale a recibirnos con su magnífica sonrisa y nos da un paseo. Tienen 2 semanas de estar allí, está todo nuevo. Una clase taller para los mayores de 35 años, una clase de 2º grado, una clase d 1º grado, una clase para sordos, una clase para los más pequeños y un patio central para el recreo.
De hecho hay pocos chavalos teniendo en cuenta que Bluefields tiene 40.000 habitantes. Y lo peor es que la mayoría son Síndrome de Down. Estadísticamente este síndrome se da en poco porcentaje del total de las personas con discapacidad intelectual. ¿A cuántos deben tener encerrados en la casa escondidos del mundo?
Y qué felices están ellos de nuestra llegada, y qué felices estamos nosotras de este encuentro. Jugamos con los niños, platicamos con las maestras y así pasan 2 horas como si nada. Esto es el principio de algo más grande, y es que más que asombradas se quedan las maestras cuando les explicamos la organización de las escuelas especiales en Barcelona y de las organizaciones de tiempo libre para los chavalos. Aquí están en la escuela de 7 a 11:45 y el resto del día se lo pasan en la casa con sus madres desesperadas.
Un niño muerde a Lisa, que no se nos ha despegado desde que llegamos, no tienen botiquín. Nos acercamos a una farmacia, está cerrada. La próxima, no tienen Betadine. Compramos al menos un par de tiritas. Les voy a conseguir un botiquín decente del hospital, como van a estar sin él con esos chavalos? Aunque a decir verdad, los que tienen allí son muy altos.
Y nos vamos a comprar el abanico. Y almorzamos otra vez en el hospital. Siesta mía, e-mails de Carla y llegamos a casa de Leti por la tarde, tiene todo el día de estar allí con el niño enfermo. Pasamos un buen rato, lástima que Carla no conozca al verdadero y terremoto Ethan. Regresamos al hospital a por unos medicamentos sustraídos de uci por orden de Leti y Carla me dice que ella me espera en el Consorcio así que solita me dirijo a Pancasán con algo de comer y los medicamentos.
Como una baldufa vuelta al Consorcio a pasar las últimas horas con Carlita. Y pedazo masaje que me regala, brutal y magnífico, cuánto se hecha en falta.
Por cierto hoy también pasamos nuestro ratito en el parque y llegó un hombre, un hombre panzudo con su cámara sin pilas que no sacó una foto no de muy escondidas y nos vendió la moto de que era periodista, quién sabe, iba mediobolo. La cosa es que así sin más nos empezó a contar de una muchacha morena española que trabajaba en una ONG y que vivía allí al lado, que todo el mundo la respetaba y que tenía una mujer de pareja y hasta habían adoptado unas niñas. Supongo que erróneamente pensó que éramos pareja, ¿pero tanto se nos nota la plumilla? Es extraño que esto pase en este país tan externamente heterosexualizado.
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Camino a los pipitos, están en Dinamarca una escuela en el beholding. Taxi hasta allí y nos adentramos en la escuela el recinto donado por los japoneses queda al fondo de la escuela, todos los niños se nos quedan mirando. Nos adentramos y preguntamos por Zoyla que sale a recibirnos con su magnífica sonrisa y nos da un paseo. Tienen 2 semanas de estar allí, está todo nuevo. Una clase taller para los mayores de 35 años, una clase de 2º grado, una clase d 1º grado, una clase para sordos, una clase para los más pequeños y un patio central para el recreo.
De hecho hay pocos chavalos teniendo en cuenta que Bluefields tiene 40.000 habitantes. Y lo peor es que la mayoría son Síndrome de Down. Estadísticamente este síndrome se da en poco porcentaje del total de las personas con discapacidad intelectual. ¿A cuántos deben tener encerrados en la casa escondidos del mundo?
Y qué felices están ellos de nuestra llegada, y qué felices estamos nosotras de este encuentro. Jugamos con los niños, platicamos con las maestras y así pasan 2 horas como si nada. Esto es el principio de algo más grande, y es que más que asombradas se quedan las maestras cuando les explicamos la organización de las escuelas especiales en Barcelona y de las organizaciones de tiempo libre para los chavalos. Aquí están en la escuela de 7 a 11:45 y el resto del día se lo pasan en la casa con sus madres desesperadas.
Un niño muerde a Lisa, que no se nos ha despegado desde que llegamos, no tienen botiquín. Nos acercamos a una farmacia, está cerrada. La próxima, no tienen Betadine. Compramos al menos un par de tiritas. Les voy a conseguir un botiquín decente del hospital, como van a estar sin él con esos chavalos? Aunque a decir verdad, los que tienen allí son muy altos.
Y nos vamos a comprar el abanico. Y almorzamos otra vez en el hospital. Siesta mía, e-mails de Carla y llegamos a casa de Leti por la tarde, tiene todo el día de estar allí con el niño enfermo. Pasamos un buen rato, lástima que Carla no conozca al verdadero y terremoto Ethan. Regresamos al hospital a por unos medicamentos sustraídos de uci por orden de Leti y Carla me dice que ella me espera en el Consorcio así que solita me dirijo a Pancasán con algo de comer y los medicamentos.
Como una baldufa vuelta al Consorcio a pasar las últimas horas con Carlita. Y pedazo masaje que me regala, brutal y magnífico, cuánto se hecha en falta.
Por cierto hoy también pasamos nuestro ratito en el parque y llegó un hombre, un hombre panzudo con su cámara sin pilas que no sacó una foto no de muy escondidas y nos vendió la moto de que era periodista, quién sabe, iba mediobolo. La cosa es que así sin más nos empezó a contar de una muchacha morena española que trabajaba en una ONG y que vivía allí al lado, que todo el mundo la respetaba y que tenía una mujer de pareja y hasta habían adoptado unas niñas. Supongo que erróneamente pensó que éramos pareja, ¿pero tanto se nos nota la plumilla? Es extraño que esto pase en este país tan externamente heterosexualizado.
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