lunes, 29 de junio de 2009

··· Corn Island___Jueves 25 junio 09


Levantarse a las 6 de la mañana para ir a pasear a la playa de Picnic Center, la más famosa de Corn Island. Una playa de arena blanca, agua cristalina con fondo arenoso, el sol, alguna nube y peces de colores.

Corn Islands son dos islas, una pequeña y una grande (grande por decir alguna cosa). En la Big Corn Island hay una carreterea pavimentada que da la vuelta a toda la isla, la pista de aterrizaje sirve de avenida que cruza la isla cuando no hay vuelos llegando o saliendo. En realidad, hay bastante poco que hacer, las gentes se sientan en los corredores de sus casas a orillas de la carretera a ver pasar los transeúntes. Conocimos la isla de la mano de Tishell, una morenita-misquita bonita prima de Cleveland que está estudiando 5 año y para nada aparenta tener solamente 15 años. 

Tuvimos la suerte de poder estar en una casa particular. Dejando de lado el hecho económico, el convivir con la gente de la tierra le permita a una conocer la cultura, las costumbres y el mododeser de dónde se halle. En la casa vivía Tishell con su hermanito y una primita pequeñita, normalmente tendrían que estar allí los abuelos (papás de Cleveland) pero se hallaban en Bluefields. Tienen una criada que cocina, uno de los hermanos hace patty y otro hace pan de coco. Nos cocinaron arroz con xacalí (riquísimo) y también tortuga. Sí… al fin comí tortuga. La tortuga está en veda permanente en las zonas más pobladas de la costa, pero en las de menos población cuya alimentación está basada en la tortuga sí está permitido. La verdad es que la tortuga estaba rica, me comí una cosa que pareciera calamar aunque al comerlo ya deduje que no lo era, me quedaba otro pedazo en el plato cuando pregunté qué era. Tripa, me dijeron. De hecho no estaba malo, pero no me comí el otro pedazo que faltaba.

A poco para las diez salíamos de Corn Island y a las dos y media llegábamos a Bluefields. El regreso mucho mejor que la ida, y es que en la ida viajamos en un carguero que cargaba chanchos, gallinas y todo tipo de cosas y hacía un olor nauseabundo. Sí, vomité, pero ya me quedé tranquila para el resto del viaje.

Jueves por la tarde tenía planificado instalar la antena en el hospital, pero no pude. No pude porque no había escalera y como los de mantenimiento ya no estaban no la podía agarrar, a parte estaba lloviendo y aparte tuve que arreglar algunas cosas. Como por ejemplo que la Dra Castro no había enviado el e-mail a Juan para el permiso de subir al Cerro el viernes (mañana), como por ejemplo que no estaba hecho todavía el cuartito y la López me dijo que mañana mandaría a decir al carpintero que si no la tenía terminada ya no la querían y buscarían a otro. Con esto y con el cansancio del viaje y la soleada del día no andaba para trabajar nada más. Así que a las 5 y pico me fui a mi extrañado cuartito a ducharme ricamente y arreglar la mochila.

Llegué a casa la Dania y a dormir prontito se ha dicho que mañana hay que trabajar. 

Cómo me gusta que me despierten a media noche sin avisar y sin permiso hasta terminar.

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